23/4/13

HISTORIA 4. JAVIER REVERTE, Colinas que arden, lagos de fuego

UNA DE ÁFRICA.




Literatura, viajes e historia en el mismo pack. ¡Me lo quedo! Ya  que no puedo viajar ni la mitad de lo que quisiera, de vez en cuando, me voy con Reverte y con mi imaginación, de paseo por algunos de los sitios más fabulosos del mundo.  Me declaro seguidora empedernida de todos sus libros de viajes.

En esta ocasión, Javier vuelve a África viajando por algunos lugares conocidos ya para él y por otros completamente nuevos.  Dos recorridos construyen el libro: un viaje desde Nairobi al lago Turkana (Kenia), y otro que transcurre entre Dar-es-Salaam y el lago Tanganika (Tanzania)

Una de las cosas que encuentro en todos sus libros, incluido éste, es su facilidad para mezclar impresiones personales, descripciones de lugares y personajes junto con la narración de episodios históricos de  aquellos países por los que viaja ¡qué cóctel tan apetitoso! El oficio de periodista y de escritor, junto con su amor por la buena literatura, hacen  que a la par de su mirada perspicaz de la realidad que contempla, aparezcan episodios históricos claves para entender ese presente,  todo ello aderezado con un buen número de referencias bibliográficas (literarias, biográficas, históricas...) que te dejan con ganas de más (algún día de estos tengo que recopilar todos los libros citados dentro de sus libros, y estoy segura de que obtendré una recopilación variopinta y muy,  pero que muy interesante, además de muy extensa) Sobre ello comenta: “Me gusta leer, mientras los recorro, testimonios sobre los lugares que visito, porque hacen que sienta más cercana la leyenda”  ¡Qué forma más fabulosa de viajar en el tiempo¡
Algún ejemplo de libros citados: Wiston Churchill, Mi viaje por Africa; Felice Benuzzi, No hay picnic en el monte Kenia: una fuga arriesgada y una peligrosa escalada; Meter Viertel, Cazador blanco, corazón negro; David Livingstone, Viajes y exploraciones en el África del Sur; Katharine Hepburn, El rodaje de la “La reina de África” . Como se ve hay para todos los gustos. Y si se  trata de personajes, conocemos al viajero Wilfred Thesiger; al cazador Frederick Courtenay Selous; al general germano Paul von Lettow-Vorbeck; al oficial inglés Richard Meinertzhagen o al  viajero y misionero Livingstone. Todos ellos especiales y muy diferentes.

Reverte tiene una forma de expresar su opinión sobre lo que ve, la mayor parte de las veces, discreta y distante. En muchas ocasiones reproduce conversaciones tenidas con alguna de las personas que ha conocido. Deja hablar al personaje sin emitir juicios personales, nos deja a nosotros los lectores sacar nuestras propias conclusiones sobre lo que él relata. Otras veces, recrea anécdotas que hablan por sí mismas. Nunca su elección es inocente o arbitraria, pero la conclusión se la deja al lector. Gracias Javier por ello. No obstante, creo que hay algunos temas en los que quizá porque los considera de gran peso, no tiene ningún problema en despacharse a gusto. “Ya he comentado en otros libros que respeto muy poco esa filosofía de algunos etnógrafos y antropólogos a la que podría llamarse “la utopía arcaica del buen salvaje”. A esta gente le gustaría que el mundo se hubieses parado tal y como era hace unos siglos, en un instante de supuesto equilibrio entre civilización humana, desarrollo social y naturaleza del que nunca precisan la fecha. Cuando me encuentro con alguno, siempre le pregunto”¿Y por qué un bosquimano no puede tener un frigorífico que evite que el calor pudra sus reservas de alimento? ¿Crees que una mujer de las tribus amazónicas no estaría encantada con una lavadora para hacer la colada de taparrabos?”. Nunca he recibido una respuesta convincente”  Claro no?

Otra cosa para agradecer. Me he topado con muchos libros sobre literatura de viajes, la mayoría, en los que la imaginación del lector tiene que trabajar más de lo necesario por no haber incluido ni un solo mapa del recorrido descrito. No entiendo como poder viajar por el espacio sin tener un solo mapa delante. El viaje comienza en un espacio,  un recorrido, ríos, montañas, mares, fronteras... no puedo situarme sin un mapa. Nuevamente, gracias Javier. En todos sus libros, también en éste, aparecen varios mapas con los recorridos suficientemente detallados que nos ayudan a los demás a viajar con él.

Una reflexión de  Reverte: “Caminar por África es, sobre todo, un ejercicio de sensualidad desbordada. Y a los pocos días de iniciar la marcha, notas dentro de ti una extraña emoción: la conciencia de que perteneces a la Tierra como un animal más entre tantos otros y que el hecho de ser un hombre no te hace superior a las bestias que caminan cargadas a tu lado o a las que se ocultan en las arboledas y en los espesos matorrales que bordean los lugga.

La reflexión prestada. La primera guerra mundial también tuvo como escenario el África Oriental entre los años 1916 y 1917 donde se enfrentaron los británicos y los alemanes.  Me ha parecido muy interesante las ideas diferentes o/y  contrapuestas que tenían sobre lo qué es la guerra,  el general germano Paul von Lettow-Vorbeck y el  oficial inglés Richard Meinertzhagen (para saber más, el libro)

Por echar de menos algo. Como Reverte ya había estado en alguno de estos lugares y escrito sobre ellos, en ocasiones hace referencia a sus otros libros. Es comprensible que no quiera repetirse pero es una pena que las referencias históricas salen un poco perjudicadas.  

Me quedo con...
- La facilidad humana para soñar: “Hay espacios físicos a los que los hombres, con nuestra infinita capacidad para desvariar, convertimos en espacios míticos. Y el Tanganika es uno de ellos. Es un lago tocado por una especie de témenos, esos lugares de la naturaleza en los que, según los griegos clásicos, se posa la mano invisible de un dios para convertirlos en espacios divinos. Pero en este caso es un témenos laico, o sea, poético o, si se quiere, legendario. Porque la poesía y la leyenda, digan lo que digan las gentes religiosas, son los instrumentos que realmente pueden acercarnos a los dioses, caso de que existan, esto es, a la eternidad. Mucho más que los rezos.
- Tiempo y viaje.  No es la primera vez que  leo a Reverte su idea de lo qué es y  qué significa viajar y me encanta. Pues a por otra. En boca de una de las personas que conoció: “Patrick me hablaba de sus viajes por África. Conocía Sudán, Etiopía, Somalia, Uganda y Tanzania.
- Si viajas, no envejeces –afirmó ufano al concluir la enumeración de los países que había visitado.”
 De su puño y letra: “Es curiosa la concepción del tiempo en los viajes: te mueves y, no obstante, tienes la sensación de que el mundo se detiene. Al cambiar de escenarios constantemente, al escuchar cada día nuevas voces y, sobre todo, haciendo a diario algo por completo diferente a lo que hiciste el día anterior, parece que tu vida se llena tanto que el reloj y el calendario son dos objetos absurdos. Y los minutos y las horas se alargan en tu ánimo. Viajar te hace pensar que la medición del tiempo no es objetiva, sino todo lo contrario: puramente subjetiva

Aunque tengan algunos años, esto en la buena literatura de viajes no importa demasiado, es muy recomendable su trilogía sobre Africa: El sueño de África, Vagabundo en África y Los caminos perdidos de África. Igualmente,  disfruté mucho con Corazón de Ulises, un recorrido por la Grecia Clásica. Me sorprendió  la dureza de dos ámbitos tan diferentes como  el Amazonas en El río de la desolación  y Alaska y Canadá en El río de la luz. Pero si se quiere admirar con la capacidad del hombre para desafiar a la naturaleza en pos de la aventura, la gloria (propia o nacional) o la promesa de una riqueza incierta, nada como En mares salvajes, un recorrido por el Ártico.
En fin, ¡cómo viajo sin moverme gracias al amigo Reverte!

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