30/11/13

Historia 12. Las joyas del paraíso, DONNA LEON

HISTORIA

La Europa de Steffani: pura intoxicación entre política y religión.

Pues sí, poder político y religioso de la mano, dos esferas de poder bajo una misma dirección. A fines siglo XVII y comienzos del XVIII Europa mantenía un sistema que se ha venido en llamar Antiguo Régimen. Dicho régimen se caracterizaba por la monarquía absoluta y la sociedad estamental.
Tres ideas básicas sobre la época: Antiguo Régimen (estructura económica, social y política previa a la Revolución Francesa y la las revoluciones liberales europeas del siglo XIX caracterizada por: economía de base agraria, dominio de la artesanía en la industria, modelo demográfico antiguo, sociedad estamental, monarquía absoluta y una gran influencia de la religión en la vida de las personas y en la cultura, la educación y el arte) Monarquía absoluta (desde el punto de vista político, el rey tenía un poder absoluto. La monarquía era de carácter divino, concentraba todos los poderes en la persona del rey y no rendía cuentas a nadie. En consecuencia, los gobernadores eran súbditos, que no gozaban de ningún tipo de derecho) Sociedad Estamental (sociedad caracterizada por su desigualdad civil ya que estaba dividida en dos grupos bien diferenciados: los privilegiados (nobleza y clero) y los no privilegiados (estado llano o tercer estado). Se trataba de una sociedad cerrada, en la que cada hombre o mujer pertenecía a un orden o estamento, según su nacimiento y era prácticamente imposible el ascenso social)
En este ámbito socio-político, además hay que diferenciar el norte de Europa, ya declaradamente protestante, del  sur,  católico combatiente. Y ahí es donde encaja Steffani. Steffani es un ejemplo divino, religioso y diplomático, de hombre que refleja su época. Además, es  completísimo por ser músico ¿o era más clérigo que músico? ¿Músico que diplomático? ¿Diplomático que músico? Un personaje enredado y contaminado por todas las esferas de lo público y manteniendo la más persona, la música, quizá la más reservada. ¡Qué casualidad, por la que le conocemos!

Y ¿por qué me explayo un tanto aquí? Me parece que enclavar al personaje central de la novela en su contexto histórico ayuda a ver toda su dimensión. Bien colocado en las esferas del poder eclesiástico católico, por un lado, y super relacionado en la política terrenal de los principados alemanes protestantes.  Y ahí le mandan a S. a conquistar las voluntades teutonas. Embajada religiosa, apostólica y romana, pero con aspiraciones de poder político, no nos engañemos. Todo en el mismo pack. ¡Esos germanos díscolos y levantiscos qué van a su aire! 
Hannover


Y en medio de tan altas empresas, el bueno de S., en sus ratos libres, rimando notas y componiendo sonatas. Todo un personaje.  

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