15/3/14

Mucho más que el valor de un céntimo


Imperdibles



MUCHO MÁS QUE EL VALOR DE UN CÉNTIMO


Somos uno de los países más ruidosos y bullangueros del mundo. Alegres y sociables, sí. Constantes y perseverantes, algo menos.  La mezcla de querencia por el ruido y la poca predisposición a la constancia nos echa a perder cuando se trata de reclamar nuestros derechos o simplemente cuando se trata de reclamar algo para mejorarlo. ¿Cuál es nuestra conducta, en líneas generales, cuando vemos algo mal hecho o defectuosamente ideado? ¿Reclamar por escrito vía quejas? ¿Y qué me dices de las asociaciones de consumidores…? que para eso están Bueno, ¡qué cantidad de molestias¡ Con lo fácil que es apabullar al primero que esté al frente de la correspondiente ventanilla, imagen de la empresa o servicio que hay que reclamar, pero que no tiene ni remota la idea de lo que le estás contando o/y ni posibilidad de solucionarlo. Y lo bien que lo pasamos solidarizándonos, en las conversaciones de patio o café, contándonos los unos a los otros las tropelías que nos ocurren.



Por desidia, dejadez, ignorancia y/o porque no nos lo ponen excesivamente fácil, el resultado es que nos quejamos adecuadamente poco y la defensa efectiva de nuestros derechos se produce en muchos menos casos que los que debiera. Nos quejamos como los niños, mucho ruido, pataleta y hasta la próxima.

Pues bien, está llegando el cambio. Estamos empezando a reconducir la ira, el malestar, la chapuza o la injusticia por el camino apropiado. Arremangarse, molestarse y jugársela. El caso del céntimo sanitario es un ejemplo espléndido. Una injusticia, o cuando menos un manejo raro de impuestos y finanzas hecho por los de arriba. La cosa pinta mal cuando se trata de enmendarle la plana a los superiores. No obstante, una empresa,  Transportes J. Besora de Tarragona, a la que se unen otras del sector del transporte, convenientemente asesoradas, se animan a llegar hasta el final. La Comisión Europea, en 2009, ya había dictaminado sobre la ilegalidad del céntimo sanitario recomendando la retirada del impuesto. España hizo caso omiso, ya se sabe, eso de las recomendaciones… Y entonces es cuando la “queja” de los agraviados llega hasta las últimas consecuencias y gana.

No tengo ninguna esperanza de que se desagravie a todo el mundo afectado, que somos casi todo el país, aunque sería lo obligado. Pero me alegro de que algunos colectivos lo consigan y de que se paralice el abuso para los particulares. Se le ha metido un gol por toda la escuadra a nuestros administradores, tan inmunes ellos cuando obran bajo el paraguas de la administración con mayúsculas, y eso tiene gran relevancia. No veo otro camino mejor para preservar la democracia que exigir el cese de abusos y plantear la asunción de  responsabilidadades. Aquello de combatir a gigantes, que tanto le gustaba a Don Quijote, acaba bien cuando se hace con cabeza, persistencia y ánimo. Y si no se llega al objetivo deseado, el hecho de emprender el camino, de exigir que las cosas se hagan bien, ya es en sí un éxito.






                                   




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