15/4/14

Calidad sin fecha de caducidad

Imperdibles
CALIDAD
 SIN FECHA DE CADUCIDAD


Me he comprado una nueva lavadora. Es perfecta. De línea moderna, gran capacidad y programada para ser inteligente. Puedo combinar temperatura, revoluciones, centrifugados, aclarados, tiempo… casi, casi hasta el infinito. Estoy rendida ante sus grandes capacidades.  Eso sí, nadie da un céntimo por ella pasados dos años. Después de ese tiempo, los ingenieros creadores de tal maravilla, no ponen su honor encima de la mesa diciendo que su criatura no tendrá ningún problema de diseño o funcionamiento óptimo, la garantía a todo riesgo desaparece. 

Todo esto, que únicamente tiene un interés doméstico, me vino a la cabeza, hace algunos días, al escuchar que un joven músico español, el violonchelista Pablo Ferrandez, gracias a su gran talento, había conseguido disfrutar de la experiencia que supone interpretar música con un Stradivarius. Mis felicitaciones al joven músico, que al fin y al cabo es la gran noticia que entiendo hay que celebrar. Podrá saborear el sonido del  violonchelo “Lord Aylesford” de 1696, uno de los Stradivarius más antiguos que se conservan.

En un primer vistazo, el asunto de la lavadora y el Stradivarius, no tienen nada que ver, lo sé. No obstante,  me encontraba leyendo esta noticia mientras veía trabajar a mi nuevo electrodoméstico. Mi cabeza, sin mi permiso, unió los dos términos e hizo la comparativa. ¿Cómo un instrumento musical hecho hace  más de 300 años, sigue siendo insuperable en su categoría? ¿Qué calidad y maestría se empleó en su fabricación? ¡Qué garantía en su rendimiento!


Y claro, de la anécdota, sin darme cuenta, me deslicé peligrosamente hacia la categoría. Esta sociedad de consumo, que tan trabajosamente hemos construido entre todos, cada vez nos lo pone más difícil para vivir acorde con el natural ritmo biológico. ¡Todo cambia tan rápido! No tengo ni tiempo ni dinero para reaccionar. Te paras un instante a descansar, y ya te has quedado desfasada. Lo entiendo. Son los mecanismo de la sociedad de consumo los que empujan a fabricar cada vez más, mejor y más rápido  (parece el lema de las Olimpiadas) Por ese camino,  cambiamos incesantemente nuestra tecnología de andar por casa, para poder seguir consumiendo. Es el peaje que hay que pagar por estar siempre en la cresta de la ola. Se puede pensar, que en clave tecnológica, el cambio incesante y el ansia de mejora son presupuestos básicos y necesarios.  Pero ¿ya no cotizan al alza las cosas bien hechas con afán de perdurar? Perfección y durabilidad. Parecen una pareja mal avenida si lo aplicamos a la mayoría de las cosas que construimos hoy. ¿Dónde puedo encontrar un coche,  un electrodoméstico, robot… que funcione dentro de 300 años? Bueno, 100. ¿50?  Como tengo pocas esperanzas de llegar a ninguna parte por ese camino, me propongo disfrutar del Stradivarius “Lord Aylesford”, del talento de Pablo Ferrandez, y de apreciar las cosas bien hechas allí donde las encuentre.

Prokofiev Sinfonia Concertante op. 125 in e minor 3rd Movement


Pablo Ferrández - Concert No. 2 for cello and orchestra / Haydn -  Sergio Alapont – ORTVE



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