29/4/14

Historia 17. Nebraska

Película


ROAD MOVIE A TEMPO LENTO



¡Pero cuánto se puede decir aparentemente con tan poco! Hay mucha tela que cortar. La historia se centra en un anciano, Woody Grant, que muestra síntomas de demencia. Woody cree que ha ganado un premio y emprende un viaje con uno de sus hijos para ir a cobrarlo.  Ni más ni menos, hasta aquí la anécdota. Pero la peli nos lleva a indagar en  la tercera edad y sus circunstancias: el matrimonio veterano y muy usado; el amor fraternal, difícil y vital; las cuentas pendientes del pasado; las amistades apolilladas, la desasosegante familia extensa… Un buen ramillete de cuestiones que surgen desde que el hombre se decidió a vivir en estrecha relación con sus semejantes. Esa cuestión tan difícil y fabulosa que son las relaciones humanas. Inherentes al hombre, van cambiando y transformándose, adquiriendo nuevas posibilidades y generando insospechadas problemáticas. Y, he aquí, que la longevidad de la que disfrutamos los países occidentales, nos obliga a adaptarnos a nuevas  circunstancias. Aquí vemos algunas de ellas.

Y ¿cómo cuenta Alexander Payne su historia?  Lo hace a utilizando un tono realista, honesto, sin dobleces. Todo huele a verdad. Con un lenguaje poético duro, con grandes dosis de drama y humor, como la vida misma.

La elección del blanco y negro. Despoja a la acción de lo accesorio, centra en lo esencial, eleva la imagen a la categoría, universaliza. No es una opción meramente estética. Todo un acierto.

Los personajes son de carne y hueso, con toda la gama de grises. Nada de blancos y negros. Es agradable comprobar que personajes con vidas mediocres, corrientes, tienen tanto que decir (a veces me aburro de que sólo les pasen cosas a  los héroes y/o villanos de la 5 avenida de Nueva York…)
Además de los personajes, es el mundo rural americano, ese que casi nunca vemos en las películas, el que adquiere la categoría de un protagonista. Duro y real, bien. Por fin alguien nos cuenta lo que hay más allá de Nueva York, Los Angeles o Chicago.

El trotecillo suave del ritmo narrativo, muy adecuado. Acorde con la acción y los personajes. No solo son los diálogos los que narran. También lo hacen los  silencios, los gestos de los personajes, los interiores que habitan, los lugares,  los paisajes... Todo cuenta algo.

Para fijarse detenidamente, dos escenas. En una de ellas padre e hijo buscan la dentadura postiza que el primero ha perdido en las vías de un tren. La otra, un grupo de representantes de la jubilosa tercera edad ven la tele en el salón de uno de ellos. Gestos y diálogos, pura expresividad. Las dos escenas tienen en común ese balanceo magistral entre lo trágico y lo cómico que habla de la esencia de la vida, y que sólo los buenos saben hacerlo.

Con lo que me quedo, fuera de toda duda, es con una norma básica para la buena vida: la necesidad de mantener las ilusiones y los proyectos. A cualquier edad, por muy nímio que sea el objetivo, por escasos que sean los medios, aunque al resto de los mortales les parezca una soberana memez, el inventarse retos y caminar hacia metas, siempre conseguirá que nos queramos levantar de la cama cada día.





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