29/11/14

Historia 24. Canta Irlanda, JAVIER REVERTE



Historia


ESE PUEBLO QUE TANTO MIRA HACIA ATRÁS

“Los pueblos enloquecen cuando desarrollan una pasión excesiva por su pasado. Pero, bien mirado, ¿qué pueblo no está loco?
Por lo demás, la locura irlandesa es muy particular. Joyce la definió así: Siempre fuimos leales a las causas perdidas…”

La historia contemporánea de Irlanda está inundada por algunos de los ingredientes más viejos y comunes a muchísimos pueblos del mundo: la injusticia, la venganza, la crueldad, corriendo a la par de la absoluta esperanza de un mundo mejor. Nada nuevo desde que el mundo es mundo. No obstante, la peculiar manera que han tenido los irlandeses de vivir, contarse y cantarse su propia historia, la hace merecedora de, por lo menos, conocerla un poco más.

La injusticia como fuerza-motor generadora de sufrimientos sin fin. Porque las más de las veces, cuando no parece haber otro camino, se escoge una salida violenta y entonces se abre la caja de Pandora. Cuando esa caja queda abierta, algo que no debe hacerse, lo advirtieron los dioses antiguos a los hombres, todos los males se derraman y no hay esfuerzo humano capaz de volver a cerrarla. Si la semilla de la injusticia fructifica, crea un ciclo de acción-reacción que se retroalimenta y adquiere distintas peculiaridades, según lugares y épocas, pero es una mala hierba difícil de eliminar.

Reverte habla de distintos periodos de la historia Irlandesa, pero se detiene un poco más al hablar del proceso de independencia de Irlanda (1916) o de sucesos trágicos en la  Irlanda del Norte como el Bloody Sunday (1972)





Irlanda del norte. Miradas enfrentada

Así como Reverte echa de menos más estatuas ciudadanas que recuerden  el patrimonio literario que poseemos, yo sigo admirándome del poco reconocimiento que dispensamos a algunos de los personajes históricos españoles que han contribuido a conformar el país en el que vivimos. Y en esto del reconocimiento de sus ciudadanos, los ingleses son unos maestros. No han dejado pasar ni un atisbo de notoriedad en un personaje o hecho histórico patrio. Y si su brillo no era el suficiente, se  pule a través de una nueva perspectiva, una fresca mirada o un ultimísimo enfoque. Creo que no me equivocaré demasiado si digo que no demasiada gente ha oído hablar en España de Blas de Lezo. Este Almirante de la Marina Española, defendió Cartagena de Indias (1741), frente al almirante inglés Edward Vernon. Éste sufrió una derrota sin paliativos ante Blas de Lezo, y contra todo pronóstico, un sobrino suyo, consiguió incluir en la Abadía de Westminster, un monumento en su honor  en el que se incluye dentro de su epitafio la siguiente frase: “… y en Cartagena conquistó hasta donde la fuerza naval pudo llevar la victoria.” Ole, ole, y ole. Pero en esto del recuerdo y la glorificación han llegado a cosas verdaderamente chocantes. Don Charles Darwin está enterrado también en la Abadía de Westminster, lugar de enterramiento honorable de primer orden, pero, corcho, se trata de hacer reposar los restos de uno de los científicos más importantes del mundo, cuyo trabajo minó el poder religioso, precisamente en un edificio que representa el poder del divino en la tierra. Genial.

Bien, pues Reverte se hace eco de otro personaje muy desconocido para el gran público que anduvo por Irlanda en el siglo XVI: Francisco de Cuellar. Como capitán de la Armada Española, formó parte de la Armada Invencible en 1588. Después de sufrir el desenlace que todos sí conocemos, naufragó en las costas de Irlanda y escribió un relato sobre su experiencia en la flota y todas sus andanzas por las costas de Irlanda, huyendo de los ingleses. Una experiencia a difundir.




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