15/2/15

Emociones pegadas con epoxi


EMOCIONES PEGADAS CON EPOXI
¿Qué ha podido pasar? ¿Quién o qué ha fallado? ¿Ha sido un problema de medios, algo relacionado con la competencia profesional, un puro despiste? Para muchos una chapuza imperdonable, para otros tantos una noticia jocosa. Pues bien, la noticia que llegó hace unos días, nos cuenta que en Museo Egipcio de El Cario,   al super star de los faraones egipcios, Tutakamón, se le cayó la barba. No frivolicemos con el hecho, la barba ceremonial de un faraón no es cosa con la que bromear, puro símbolo de realeza y divinidad. En un intento de remediar el problema con la máxima diligencia, no me cabe ninguna duda, consiguieron llevar a cabo una sonora chapuza. No ha transcendido quién, y en virtud de qué autoridad, pero procedieron a pegar la real barba con epoxi, superglu, pegamento imedio, cola de carpintero o similar… dejando un visible goterón, de una manera tan casera, vamos como haríamos nosotros si se nos rompe la figurita de escayola recuerdo de Benidorm, que si lo que pretendían era una salida rápida, furtiva y airosa, el efecto conseguido ha sido el contrario y la noticia ha dado la vuelta al mundo. 

Pero vamos más allá con la noticia ¿qué se le pasó por la cabeza al operario/a cuando tenía en una mano la barba divina y en la otra el pegamento? ¿Qué sentimiento guió su mano para realizar semejante chapuza? ¿El deseo rápido de ocultar el desastre y salir lo antes posible del aprieto sin consecuencias visibles? ¿El miedo a ser descubierto/a en tal trance? O simplemente entendió que para tamaña tarea el susodicho/a se bastaba en gracia, salero e improvisación? Salir rápido del problema por temor a ser descubierto/a y a represalias? O un mal trabajo que pasa los límites de lo tolerable y se instala en el mundo de la chapuza?



Uno de los ejemplos más mediáticos tuvo lugar en Aragón no hace mucho tiempo. En el Santuario de la Misericordia de Borja, una bienintencionada espontánea, aficionada a la pintura, metió mano sin compasión en una obra de Elías García Martínez, con el loable objetivo de devolverle las glorias perdidas. Dicho y hecho. La intervención sobre la pintura tuvo el resultado de convertir un Ecce Homo  en una obra expresionista, o casi. Si señor. Intervención de grandes vuelos con nulas capacidades.

Y si hay alguien que con maestría nos ha enseñado el miedo  que experimenta el que se enfrenta a un menester de este tipo y lo grotesco de una situación semejante ese es Mr. Bean. Delante de La madre de Whistler intenta salir airoso y acaba perpetrando una fechoría. Y es que Rowan  Atkinson utiliza el humor para mostrarnos a que absurdos podemos llegar intentando escurrir el bulto cuando vienen mal dadas. Se ríe de nuestras reacciones arrojándolas a nuestra cara.

Cuando supe la historia del desbarbado faraón, lo primero que me intrigó es saber lo que pasaba por las cabezas de los protagonistas de situaciones similares. Pero después de darle un par de vueltas a la noticia me parece que la otra cara de la situación también tiene su interés. Quizá incluso tenga mayor interés  que el saber qué se siente y cómo se sale de  un aprieto semejante, sea el comprobar qué sentimos los demás al escucharla. Primero aparece el humor, luego la extrañeza y más tarde la indignación. Aunque puede que sea primero la extrañeza, luego el humor y finalmente la indignación. No, quizás sea la indignación lo primero, la extrañeza y luego nos reímos…. Hay más combinaciones, muchas más. Seguramente el orden de la secuencia emocional nos delata como personas y esto sí que es curioso, muy curioso. 

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