11/7/16

Historia 41. Espías desde el cielo

Película

EL PRECIO DE LA GUERRA
¿Qué diría Napoleón si levantara la cabeza? Le costaría cerrar la boca y recobrar el habla, seguro. Yo apostaría por la admiración mezclada con el disgusto. La guerra ya no es lo que era. Lo de matar sin consuelo se ha refinado de forma impensable hasta para un soldado disciplinado y aguerrido de hace un par de centurias. Lo del avión al servicio militar ya le costaría digerirlo a Napo, pero batallas, escaramuzas, contiendas planificadas con drones... lo dicho, me gustaría ver su cara.

Armas inimaginables para la época del francés son realidad ahora. Alcance inaudito, destrucción masiva, riesgo mínimo. La comunicaciones entre los mandos de un mismo bando o ejército son instantáneas, así la coordinación es completa. El corso pensaría, con una leve sonrisa, en sus mensajeros, literalmente corriendo en un intento por enlazar ordenes a ejecutar para que la descoordinación e incomunicación no diera al traste con una batalla o acción impecablemente diseñada. Aunque también es posible que mostrara cierto disgusto en la forma en que tejen muchos de los militares de oficio actuales las contiendas, escaramuzas, ataques. El mando de turno se levanta por la mañana y va a la oficina. Enciende, junto con sus ayudantes, asesores militares, jurídicos, políticos..., un panel de pantallas enlazadas al consiguiente satélite. Se da la orden al piloto a distancia de drones y la acción se produce a miles de kilómetros. Al final de la jornada laboral-guerrera, a casa a dormir con la mujer o el marido, según caso. Pero ¿dónde está el arrojo, la valentía, el honor, el apoyo a la tropa, las arengas, todo aquello que ennoblece al oficio? pensaría Napoleón.

La película Espías desde el cielo narra el desarrollo de un ataque mediante dron a unos terroristas en alguna parte de Kenia. Es puro divertimento muy bien hecho pero plantea temazos alrededor de la guerra y la ética, términos estos antagónicos pero que siempre vienen de la mano. Guerra modo on-line que se asemeja peligrosamente a una película de acción. Guerra muy bien diseñada que mata con mayor efectividad y atrocidad que en ninguna época. Los asaltos se televisan dotándolos así de una connotación de film en el cual los sucesos parecen pura ficción. Quién decide y toma decisiones sobre la vida de los demás está en la oficina. Pero también lo vemos en directo como espectadores horrorizados durante cinco minutos, fijando la atención en otro lugar al siguiente instante, igual que hacemos al ver una peli. Los que sufren son otros y están lejos. Guerra preventiva. Actuar antes de que suceda algo posible para evitar un mal mayor. Me ha venido a la cabeza Tom Cruise en Minority Report. Cruise encarna a un poli dedicado a "encarcelar" a probables asesinos evitando así que cometan el delito, es decir, evitar lo que todavía no ha sucedido, hasta que le toca a él. Sobre George W Busch y su ocupación preventiva de Irak en 2003, ni hablar. Es un camino minado en el que nos adentramos alegando actuar para prevenir males mayores. Además, por esta senda desembocamos rápidamente en los "daños colaterales". Es obligado asumirlos puesto que se intenta evitar un mal mayor. Al que le toca, pues eso, mala suerte, que hubiera estado en otro lugar, en otro momento. Y no es menor la hipocresía de la que se hace gala cuando se toman este tipo de decisiones. Invito al futuro espectador de la película a que dedique un pensamiento a comprobar a quién verdaderamente le importan los resultados colaterales de sus actos si no hay implicaciones jurídicas o políticas por medio. Vana ilusión introducir a la ética en estos enjuagues, pero ¡corcho! como no la introduzcamos aunque sea a empujón, ahora que ya tenemos a las máquinas/drones en la batalla, me veo pasado mañana esquivando balazos de los terminator.

Estas ideas sobre la película vienen a posteriori porque mientras estás metida en la batalla lo único que hay que hacer es disfrutar y pasar un mal rato muy agradable con todo lo que ofrece el film.
La acción transcurre en escenarios múltiples (USA, Reino Unido, Kenia, ciudades del mundo donde se encuentran políticos de viaje) y casi casi en tiempo real, lo cual resulta ágil y te ves decidiendo y dudando a la par que los protagonistas. Hay que agradecer a Gavin Hood (director) y Guy Hibbert (guionista) como han sido capaces de crear amenidad y tensión durante todo el film, aun cuando el espectador intuye por dónde va a transitar la solución. Las interpretaciones impecables. Hay un reparto de peso, calidad y solvencia encabezado por Helen Mirren y Alan Rickman.

La imagen para recordar. En realidad son dos que hay que enlazar. La primera se produce al poco de empezar la película. Se trata de un pequeño diálogo que mantiene Alan Rickman al objeto de comprar una muñeca para la que intuimos es su hija. El sentido de este detalle sin importancia para la acción de la película llega casi al finalizar la misma. No la adelanto, la destruiría, pero al enlazarlas aparece un mensaje muy claro sobre un tema fundamental en la película. Efectivo, muy efectivo.


            

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