22/5/17

Historia 48. El monarca de las sombras, JAVIER CERCAS

Arte


MIRADAS NO EXCLUYENTES









Un poco de Velázquez, un poco de Goya, un poco de Picasso. Un poco, sin empachos, para pararse y paladear estas tres versiones del arte de la guerra, del arte de matarse los unos a los otros.

Empezamos con la elegancia, la honorabilidad, con el realismo naturalista del pincel de Velázquez.
Es esta una visión caballerosa sobre la demostración de lo vil que puede ser el hombre con sus iguales. En Velázquez la rendición de un acto de guerra se convierte en algo noble, una demostración de que esas situaciones también sacan lo mejor de cada cuál. Lo único que le falta es la banda sonora que eleve a la categoría la acción.

Le sigue Goya. El horror, la crueldad, guían al aragonés con un dibujo cortante y desprovisto de color. Los desastres de la Guerra ponen encima de la mesa la afirmación clásica de Hobbes de que el hombre es un lobo para el hombre.

El tercero es Picasso y con él aparece la hondura espiritual del horror que prescinde de la imagen fácilmente reconocible. Utiliza el cubismo para verlo todo y sentirlo todo. El Guernica como símbolo.

Cercas cita a los dos primeros y yo añado el tercero. Para elegir, o mejor aún, para quedarse con los tres.

" Se no ha olvidado, pero es así. En realidad, la gente casi siempre ha pensado que las guerras son útiles, que sirven para arreglar los problemas. Eso es lo que los hombres hemos pensado durante siglos, durante milenios: que la guerra es algo terrible y cruel pero noble, el lugar donde damos la auténtica medida de nosotros mismos. Ahora esto nos parece una gilipollez, un delirio de tarados, pero la verdad es que hasta los artistas más grandes lo pensaban. No sé, tú ves La rendición de Breda, con el campo de batalla todavía humeante y toda esa gente tan caballerosa, tan digna en la derrota y tan magnánima en la victoria, y te dan ganas de estar allí aunque sea como un derrotado: ¡joder, pero hasta los caballos parecen inteligentes y generosos! En cambio, tú ves Los fusilamientos del 3 de mayo, o Los desastres de la guerra, y se te ponen los pelos como escarpias y de lo único que te entran ganas es de salir corriendo. Claro, nosotros ya sabemos que Goya está mucho más cerca de la realidad que Velázquez, pero lo sabemos desde hace poco; o quizá simplemente es que Goya pinta la guerra tal como es, mientras que Velázquez la pinta tal como nos gustaría que fuera, o tal como durante siglos nos imaginamos que era. Sea como sea, seguro que cuando se fue a la guerra Manuel Mena tenía una idea de ella mucho menos parecida a la de Goya que a la de Velázquez, que es la idea de la guerra que siempre han tenido los jóvenes antes de ir a la guerra.” (J. Cercas)



                  



              

               




          


           

           


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